Interesdun pertsonaia

Roberto Etxeberria

Modisto y diseñador

“NI CHANEL NI DIOR. BALENCIAGA ES EL MÁS GRANDE”

NIÑO REBELDE QUE TRAÍA A SU MADRE POR LA CALLE DE LA AMARGURA. PASÓ SU JUVENTUD TRABAJANDO DE REPARTIDOR Y FONTANERO HASTA QUE, A LOS TREINTA, DECIDIÓ COGER AGUJA E HILO Y DEDICARSE A LA MODA. SUS PANTALONES DE PITÓN TRIUNFAN EN NUEVA YORK Y PARÍS.

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Al otro lado del teléfono, la voz de Roberto Etxeberria (Eibar, 1976) suena familiar y simpática. Sin artificios. Habla claro. El acento de Eibar no se le ha ido, a pesar de que vive en Barcelona desde hace 14 años. Allí se fue a estudiar y con ganas de convertirse en diseñador de moda. Sus pantalones de pitón y sus abrigos de astracán le han hecho triunfar en las pasarelas más prestigiosas del mundo. Su mantra es: “Si no crees en ti mismo, ¿quién va a hacerlo?”.

¿Qué tal vives en Barcelona?

Los catalanes son muy especialitos (risas). Me gusta mucho más Madrid porque socialmente se parece más al norte y es la capital, pasan muchas más cosas. Pero, de momento, me quedo en Barcelona.

¿Cómo llega un fontanero de Eibar a vender sus diseños en Nueva York y en Paris? ¿Qué pasó? ¿Te iluminó el cosmos?

Llegó un momento en el que me pregunté: ¿Voy a estar toda la vida haciendo esto? Y me dije: Pues no, voy a intentar hacer lo que me gusta. Me encanta la ropa. Y mira, parece ser que valgo para esto (risas). He llegado trabajando mucho, quitándome el miedo y tirándome a la piscina. Ganaba un premio y me presentaba a otro. He estado en Paris, Florencia, Las Vegas… Me he movido mucho, las cosas no vienen solas. Si no lo intentas, no vale quejarse y venir llorando. Y si no sale, pues a otra cosa.

¿Tú crees en el factor suerte?

Bueno, a veces hay que estar en el momento que toca y en el sitio que toca. Si no estás, puede que las cosas cambien. Y también hay que buscar las oportunidades. A mí al principio no me llamaba nadie, pero he movido el culo y ahora me llama mucha gente.

¿Te sientes profeta en tu tierra?

Me tratan muy bien, la verdad. Cada vez que voy a Eibar se monta un poco de escándalo. Eibar es pequeño y tengo muchos amigos. Pero la gente me trata como a una persona normal. Soy el mismo de antes. Solo que ahora me ven en la tele (risas).

¿Cuál es el principal rasgo de tu carácter?

Me gusta soñar. No cuesta dinero y si se cumple, lo flipas. Soy trabajador y no soy nada miedoso. Si me tengo que tirar, me tiro, pero con cabeza. Hay que apostar por lo que uno quiere. Si no crees en ti mismo, ¿quién va a hacerlo?

Has dicho en alguna entrevista que de joven hiciste bastante el idiota.

No fui un niño fácil, era bastante rebelde. Dejé los estudios, no eran para mí. Y tampoco jugaba a hacer vestidos a las Nancys. Pero la vida es muy larga y de todo se aprende. También hay que cometer errores. La amatxo todavía me dice: Tú siempre formal, no hagas el tonto hijo. Y me encanta. Ahora está súper orgullosa de mí.

Dedicándote a trabajar la piel, le habrás hecho a tu madre algún abrigo ¿no?

¡Claro! A mí me encantan los pelos y el astracán me vuelve loco. A la amatxo le hice un abrigo exclusivo para ella, que nadie más en el mundo lo tiene. Y más cositas.

Trabajas con piel de Iguana, avestruz, anguila, plumas… ¿Los de PETA te tienen crucificado?

¡Qué va! Nunca he tenido ningún problema. No me han dado nada de guerra, porque yo compro todas las pieles siguiendo lo que dicta la ley. El mundo de la peletería es lo que tiene, que hay gente que te llama asesino por hacer abrigos de piel y ellos mismos llevan zapatos de piel… Bueno, tiene que haber para todos.

¿Cómo definirías tu estilo? Con tanto tatu y pendiente pareces una estrella de rock.

Yo en los 80 ya andaba por ahí, en la calle. He escuchado rock radical vasco, electrónica… me gusta de todo. ¡Y el flamenco me encanta! En moda lo que me gusta es la sastrería clásica inglesa y lo que hago es fusionarla con otros estilos y otras culturas. Viajo mucho y observo mucho, reinterpreto y lo llevo a mi estilo. Y el traje convencional, al final, lo convierto en otra cosa.

¿Te imaginas a Carlos de Inglaterra vestido con uno de tus esmóquines de pitón?

¡Claro! ¡ Le pondría elegantísimo y le maquearía a mi estilo!

¿Quién puede permitirse vestirse tus creaciones?

Mis prendas las compra gente que sabe lo que quiere y lo que está comprando. Gente que busca ir a una fiesta y que va a tener la seguridad de que nadie va a tener algo igual. Si te compras un Louis Vuitton puede que coincidas con más personas que llevan lo mismo que tú. Y puedes pensar que te has gastado una pasta inhumana para ir igual que otra persona. Mis prendas son muy exclusivas, tienen diseño y están hechas de manera artesanal. Están en un determinado nicho de mercado, pero no son prendas de lujo. Son una pequeña alta costura. Pero si alguien me llama directamente para encargarme unos pantalones de pitón, le va a salir más barato que si los compra en una tienda de París, donde le van a costar un 300% más porque es lo que va a cargar la tienda.

¿A quién te encantaría vestir?

No soy muy mitómano, pero Kate Moss me vuelve loco. No tengo la suerte de conocerla, pero me gustaría mucho vestirla.

¿Y la vestirías de hombre o de mujer?

No le pondría un vestido de ‘red carpet’ (alfombra roja) estilo Hollywood, ni de princesita. La vestiría cañera, como es ella.

¿Te han puesto la zancadilla alguna vez?

Uno tampoco es tonto y esas cosas las huelo. Lo importante es rodearte de buena gente.

Aunque vuestros estilos están en las antípodas. ¿Balenciaga ha significado algo para ti?

Todo. Es el más grande del mundo. He colaborado con el Museo Balenciaga y tengo una pieza original suya que cedí para una de sus exposiciones. Ni Chanel ni Dior ni nada.

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